Esta actividad, a diferencia del resto, se practica con diversos aparatos como el potro, las anillas o las barras asimétricas. Aunque pueda parecer un deporte moderno, lo cierto es que se trata de un ejercicio físico que surgió en la antigüedad, concretamente en el siglo XIX, gracias a Friedrich Ludwig Jahn, profesor del Instituto Alemán de Berlín, que en 1811 creó un primer espacio para la práctica de gimnasia artística al aire libre. Gran parte de los actuales aparatos derivan de sus diseños. ¿Lo más sorprendente? Esta gimnasia se independizó de la gimnasia en general en 1881 y fue en Atenas, en los Juegos Olímpicos de 1896, cuando se dio a conocer mundialmente, practicada únicamente por hombres. No fue hasta 1928 cuando se permitió que las mujeres participaran en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam.
Punto de inflexión
El siglo XX ha sido crucial para la gimnasia artística, concretamente desde 1952. Este año marca el comienzo de la era de la gimnasia como un deporte y se comienzan a llevar a cabo numerosas pruebas gimnásticas clásicas y las actuales, eliminando pruebas atléticas y apareciendo los primeros grupos compuestos por hasta 6 componentes. Mientras que los varones compitieron en 1903 en el Campeonato Mundial de Gimnasia Artística, la máxima competición internacional de este deporte, la de las mujeres data de 1934.